El Valle de Lierp se aposenta bajo la sombra del Macizo del Turbón. Su presencia impone al visitante y protege al vecino. Recorrido por múltiples senderos, el acceso por Serrate, ascendiendo por la pista de la Plana, es una de las rutas más frecuentadas por los montañeros que quiere coronar el Castillo.
Su cambiante aspecto le otorga una jerarquía superior a su altura en comparación de las cimas pirenaicas cercanas. Preciosa atalaya de Ribagorza, configura una personalidad especial a la zona desde sus muros verticales de los que manan aguas terminales, se extraía oro y otros minerales y la tradición narra leyendas de seres mitológicos, brujas, encantarias y fadas.
Rodeados de bosques ricos en fauna, a sus orillas reposa las margas abiertas por los barrancos y riachuelos que buscan el Ésera. Antiguas ermitas, pequeños pueblos, molinos abandonados o bordas dejan vestigios activo u olvidado de la difícil y necesaria relación del hombre con la montaña.
La apertura de nuevos senderos, a pie y en bicicleta, en su redolada mantienen una actividad turística de interés para el visitante en un espacio amplio, de paz y descanso, ideal para perderse.